viernes, 25 de septiembre de 2015

1x07: Preguntas y Respuestas



Ramírez ya había perdido la cuenta de los días que llevaba en cautiverio. Sus captores habían reducido su comunicación a monosílabos y gruñidos. Sólo se alimentaba con pan añejo y sopa de sobre que le convidaban sus carceleros. Este régimen lo tenía físicamente muy débil, y sólo su mentalidad de boina negra le daba cierta lucidez. Uno de esos días, pensó que ya se estaba volviendo loco, cuando empezó a oír voces en perfecto español, y lo peor para él, es que eran voces familiares.
Tte. Molina: permiso para hablar con usted, mi mayor
May. Ortega: Molina, necesito que me entregue información en detalle de la operación
Tte. Molina: a su orden, mi mayor, pero antes, yo venía a entregarle el reporte del prisionero
May. Ortega: ¿de Manríquez? ¿el sapo del Metro?
Tte. Molina: ese mismo mi mayor, está bien, se alimenta normalmente, pero se niega a dar información
May. Ortega: ¿y se sabe algo de Esparza, Molina?
Tte. Molina: nada, mi mayor. Está desaparecido hace una semana. Tenemos a la policía y a un espía nuestro vigilando su casa y la de su amiga, pero no se sabe dónde está.
May. Ortega: (molesto) ¿cómo? ¿no tienen idea dónde está ese payaso?
Tte. Molina: (se asusta un poco y empieza a tartamudear) n-n-no mi mayor, pero tenemos a toda la policía buscándolo, la prensa incluso habla de él como un subversivo que se metió al metro a borrar las evidencias de la operación Chuncho
May. Ortega: (se habla a sí mismo) Esparza, donde quieras que te encuentres, te conozco bastante bien. Sé que, tarde o temprano, caerás.
Tte. Molina: (interrumpe esta reflexión) permiso para hablar con usted, mi mayor
May. Ortega: ¿qué pasa, Molina?
Tte. Molina: sobre los detalles de la operación Trío, ya llegó la confirmación, mi mayor: están los vehículos listos con las municiones en los depósitos respectivos
May. Ortega: espero que así sea, ya no estamos para más chistes. Ya tuve suficiente con los “rebeldes” que sacaron el helicóptero el día del traslado
Tte. Molina: ¿y se sabe quiénes fueron, mi mayor?
May. Ortega: sí, tenientes y capitanes. Varios, amigos de Ramírez. Hablando de Ramírez, ¿cómo está el “Moto-Ratón”?
Tte. Molina: en su celda, mi mayor
May. Ortega: déjenlo ahí no más, tenemos que tenerlo seco un buen rato más. Afuera estorbaría en la operación. Yo me retiro por ahora Molina, así que, téngame al tanto de cualquier novedad.
Tte. Molina: a su orden, mi mayor
Ortega sale de la oficina por otro lado, mientras Molina se queda ordenando papeles. Y, en penumbra, Ramírez aún aturdido, no sabe si lo que escuchó era verdad o producto de su imaginación producto del encierro y el hambre. ¿Esparza? ¿El mismo Esparza que conoció en su época de cadete? ¿El mismo Esparza o será alcance de nombre?
Siguieron pasando los días, siguió el pan duro y la sopa de sobre, pero ahora se le metieron las ideas en la cabeza. Esparza, Manríquez, sobre todo el mayor Ortega. ¿Ortega, el que fue su comandante de compañía en su época de cadete? ¿El severo y, a ratos, enfermizo, Ortega? Estaba en eso, cuando, sin darse cuenta, empieza el movimiento cerca suyo.
R07: (casi llorando) ¡Déjeme tranquilo, si no sé nada!
Suenan golpes, muy fuertes, y con cada golpe, seguía sollozando Rafael. Y, antes de cada golpe, una voz femenina que le sonaba conocida
Tte. Pinto: (con una varilla, amenazando a Rafael) ¡HABLA MIERDA! ¿QUÉ ESTABA HACIENDO ESPARZA?
R07: (aún aguantando el dolor) n-n-no sé, en realidad no sé
Tte. Pinto (furiosa): ¡SI SABES MIERDA! TÚ AYUDASTE A QUE SE METIERA AL METRO, SAPO
R07: (llorando y gritando) ¡EN SERIO QUE NO SÉ!
Tte. Pinto (aparenta supuesta calma): no te preocupes, si no sabes, o (cambia el tono) “no te acuerdas”, yo tengo métodos para hacerte recordar
Pinto toma un encendedor, un paño untado en combustible, arma una antorcha con un palo y la enciende. Acto seguido, se escucha un grito ensordecedor. Ramírez, como nunca, estaba sintiendo miedo. Real miedo. Luego, se sienten gemidos, y Ramírez, atento a eso, no se da cuenta que Pinto se acercaba a su celda. Ahí, se hace el dormido, y empieza a notar que mueven el candado de la puerta de su cuarto, hacen girar la llave, y se abre.
Tte. Pinto: (con voz dulzona) ¿Arturo? ¿Eres tú?
Tte. Ramírez: ¿Estefanía?
Tte. Pinto: (corre y abraza a Ramírez) Arturo, menos mal que estás bien
Tte. Ramírez: (extrañado aún) ¿Estefanía Pinto? ¿Eres tú?
Tte. Pinto: (sigue abrazando muy apretado a Ramírez) sí, soy yo, tanto tiempo sin verte
Tte. Ramírez: (desconfiado, pero aparentando tranquilidad) ¿y qué haces tú aquí?
Tte. Pinto: ¿yo? Me mandaron en una misión complicada. ¿Tú no estabas corriendo el Dakar?
Tte. Ramírez: (tratando de ver cómo seguirle el juego) sí, pero de repente, tomaron mi moto, y…
Tte. Pinto: no te preocupes, estoy acá para rescatarte. A un camarada de armas, uno debe acompañarlo en las buenas y las malas
Tte. Ramírez: (no le cree nada) gracias, gracias, pero… ¿qué hacemos ahora?
Tte. Pinto: por mientras, sólo espera mis instrucciones. Te voy a traer un prisionero para hacerte compañía
Tte. Ramírez: ¿prisionero?
Tte. Pinto: sí, un prisionero. Es un subversivo que está acusado de apoyar a unos terroristas. No sé si te contaron, pero intentaron hacer explotar un vagón del metro.
Tte. Ramírez: (impactado) ¿no? ¿pero cómo?
Tte. Pinto: metieron un tren cargado de explosivos a la estación Universidad de Chile y lo hicieron estallar. Estos terroristas no tienen límites
Tte. Ramírez: (no sabe si creer, pero le sigue el juego) yo me encargo de él
Tte. Pinto: así me gusta Ramírez, el comando Ramírez, lo voy a buscar
Pinto sale de la celda, Ramírez queda pensando qué hacer. En eso, Pinto lleva a empujones a Rafael, quien viene ensangrentado, débil, y con heridas notorias en la espalda
Tte. Pinto: (tirando a Rafael a la celda) encárgate de él, Ramírez. (lo deja a sus pies)
Y ahí, Ramírez se encontró con Rafael, quien, al verlo, sintió un pavor impresionante.
R07: (susurrando) por favor, no me mate, en serio, no me mate
Tte. Ramírez: (al oído) no te preocupes, vamos a salir de esto. No te haré daño.
Ramírez esboza una sonrisa para tranquilizarlo, mientras Pinto toma el candado y cierra la celda.
En esa noche, Ramírez se dedicó a limpiar las heridas de Rafael con agua, que tenía para su consumo, y las mangas de su polera, que arrancó para usarlas de trapo. El operario del metro intentaba aguantar el dolor, mientras el oficial de Ejército se encargaba de las curaciones.
Tte. Ramírez: (muy callado) menos mal que algo aprendí de primeros auxilios en la Escuela. Y esas instrucciones ni las pescaba mucho, pensé que nunca servirían para algo
R07: (muy débil) ¿por qué se preocupa por mí?
Tte. Ramírez: (susurrando) porque nadie se merece que lo traten de esta forma, por lo grave que haya hecho.
R07: muchas gracias por todo
Tte. Ramírez: no me des las gracias, sólo cumplo con mi deber.
Estaban en eso, cuando se abrió nuevamente la celda. Era Pinto, que llegó con un plato de comida y una botella con agua. En eso, Ramírez dejó de limpiar las heridas de Rafael, y se puso atento a su camarada.
Tte. Pinto: toma Ramírez, te traje algo para comer (le pasa un plato de fideos blancos, algo pegoteados y una botella con agua). Y no pesques a esta plasta (empieza a mover con el pie, en forma despectiva, al bulto que era Rafael), los traidores a la Patria no merecen nada.
Tte. Ramírez: (amable) necesito pedirte un favor, necesito que traigas alcohol y gasa, para limpiar a esta persona
Tte. Pinto: no te preocupes de este imbécil, si muere por una septicemia, mejor para nosotros
Tte. Ramírez: (cortante, sin perder amabilidad) si no limpio sus heridas, hasta yo me puedo contagiar. Discúteme menos y tráeme esas cosas por favor.
Tte. Pinto: dame un minuto (sale corriendo de la celda, y vuelve con un botiquín). Apenas lo desocupes, me lo devuelves.
Tte. Ramírez: confía en mí, yo me encargo del prisionero.
Tte. Pinto: (dándole órdenes) sácale la información que sea necesaria
Tte. Ramírez: (con seguridad) cuenta con eso.
Pinto sale de la celda, y la vuelve a cerrar con candado. Ramírez toma el plato de fideos y se lo convida a Rafael
Tte. Ramírez: (se lo pasa en la boca) come, a ti te hará bien. Guárdame un poco
R07: ¿por qué está aquí?
Tte. Ramírez: yo estaba corriendo un rally, y fui capturado por estos sujetos. Pensé que eran terroristas, pero me doy cuenta que… (lo piensa bien) sí, son terroristas, pero no de los que yo pensaba
R07: (se sorprende) us-us-usted es el teniente que an-an-andaba corriendo el Da-Da-Dakar?
Tte. Ramírez: sí, el mismo, (se acerca más a Rafael, quien engullía los fideos) ¿Cómo sabes?
R07: (hablando con dificultad) a-a-a-afuera andan todos comentándolo, incluso iban a declarar estado de sitio si-si-si no aparecía
Tte. Ramírez: (se interesa en esta información) con que estado de sitio… necesito pedirte un favor, y te conviene
R07: ¿qué-qué-qué sucede?
Tte. Ramírez: si quieres salir vivo de acá, necesito que me sigas el juego. Conozco a Pinto, es linda pero es una hija de puta, va a querer que te trate mal hasta sacarte toda la información.
R07: pe-pe-pero yo no sé nada
Tte. Ramírez: lo sé, y tampoco es mi forma de hacer las cosas. Pero, necesito que me cuentes todo lo que pase afuera. Y que me cuentes por qué te trajeron acá.
R07: cu-cu-cuente con eso, teniente
Tte. Ramírez: (lo calma) dime Arturo no más, para mi institución tengo grado y estrellas. Para el resto, sigo siendo una persona común y corriente, mis estrellas y parches valen callampa.
R07: gra-gra-gracias A-A-A-Arturo. Mi-mi-mi nombre es Ra-Ra-Rafael Manrí…
Se escucha a Pinto gritar
Tte. Pinto: ¡Ramírez! ¿Desocupaste el botiquín?
Tte. Ramírez: (revisa el botiquín, para sacar algunas cosas que le puedan servir: unas pastillas, y una jeringa) sí, ahora te lo entrego.
Tte. Pinto: déjalo en la puerta de la celda, lo voy a buscar luego.
Rafael, dentro de sus heridas, logra observar que Ramírez saca, además de las jeringas y las pastillas, un tubo con un líquido, y lo guarda dentro de sus pantalones de la tenida de combate, lo que el teniente logra detectar.
Tte. Ramírez: este será nuestro pasaporte a la libertad.
A los minutos, aparece Pinto con un chocolate, se lo deja a cambio del botiquín. El chocolate estaba semi abierto, y, en el papel, un mensaje. Ramírez lo lee y lo guarda en su bolsillo.
Tte. Ramírez: (sonriendo) esta mujer está muy loca (se acerca a Rafael, que sigue tumbado en la colchoneta donde dormía Ramírez), ahora sí, necesito que me cuentes todo
R07: no-no-no se preocupe A-A-A-Arturo, ¿Qué-qué-qué quiere saber?
Tte. Ramírez: todo. Desde por qué te trajeron aquí, hasta qué es eso del “Chuncho” y lo que le escuché a mi mayor Ortega.
R07: (se puso a temblar de miedo al oír ese nombre) ¿Or-Or-Ortega?
Tte. Ramírez: (extrañado) ¿lo conoces?
R07: (se pone a llorar) no, nada, nada, no dije nada
Tte. Ramírez: (cambia de tema, intuyendo que algo sospechoso ocurre ahí) ¿escuché de algo con el metro?
R07: (baja el tono de voz, casi ni se escucha) yo-yo-yo trabajaba en el Me-Me-Metro en la central de mo-mo-monitoreo. De-de-después de que ex-ex-ex-explotó un vagón…
Tte. Ramírez: (impresionado) ¿explotó un vagón? ¿y cómo, falla técnica?
R07: no-no-no, fue un a-a-atentado. Entró un tren en reversa a U-U-Universidad de Chile y estalló en el andén al entrar.
Tte. Ramírez: (pensando en voz alta) “Operación Chuncho”
R07: ¿ope-ope-operación qué?
Tte. Ramírez: (volviendo a la historia) no, nada. Sigue, ¿hicieron explotar un tren, con pasajeros?
R07: es-es-estaba terminando la hora punta, pero, por lo menos, no hubo mue-mue-muertos.  Tren iba vacío y andén estaba desocupado
Tte. Ramírez: (interesado) ¿y qué pasó?
R07: ce-ce-ce-cerraron la estación para evitar que entrara gente. De-de-declararon estado de excepción y pusieron vi-vi-vigilancia militar en el túnel, para investigar el a-a-a-atentado.
Tte. Ramírez: ¿y tú, qué tienes que ver con todo esto?
R07: yo-yo-yo ayudé a un amigo pe-pe-periodista a entrar a la es-es-estación Universidad de Chile pa-pa-para sacar fotos. Es-Es-Estábamos en eso, cua-cua-cuando entraron a la oficina unos militares y-y-y me trajeron para a-a-a-acá.
Tte. Ramírez: ¿amigo periodista?
R07: s-s-s-sí, un compañero del colegio que-que-que estudió periodismo y que in-in-investigaba el atentado.
Tte. Ramírez: (empieza a juntar las piezas) ¿cómo se llama él?
R07: An-An-Antonio
Tte. Ramírez: (lanza la pregunta clave) ¿Esparza? ¿Antonio Esparza?
R07: (sorprendido) ¿có-có-cómo sabe?
Tte. Ramírez: (cambia el tema) lo escuché de la boca de mi mayor Ortega
R07: por fa-fa-favor no me delate. Su amiga y el otro mi-mi-militar me están preguntando dónde está An-An-Antonio y no sé, porque cuando me atraparon pe-pe-perdí su ubicación
Tte. Ramírez: ¿y Esparza te contó por qué quería entrar al Metro?
R07: te-te-tenía sospechas de saber quién ha-ha-había hecho el atentado
Tte. Ramírez: ¿y te alcanzó a decir quién era?
R07: n-n-no, no me alcanzó a de-de-decir nada
Tte. Ramírez: (lo calma) no te preocupes. Yo no diré nada. Pero ojo, que conozco a Pinto y mi mayor, van a tratar de sacarte información como sea. Por lo mismo, si sabes algo, empieza a decirlo, pero de a poco. Yo tengo una idea para salir de acá, pero debes darme tiempo
R07: gra-gra-gracias, pe-pe-pero todo lo que sé es lo que le di-di-dije ahora
Tte. Ramírez: y gracias por contarme.
R07: te-te-tengo sueño
Tte. Ramírez: duerme acá no más, yo me las arreglaré en otro espacio (saca una frazada de su colchoneta, y se acurruca en un rincón)
En unos segundos, Rafael concilió el sueño. Ramírez, por su parte, tenía una mezcla de ideas en la cabeza. ¿Esparza? ¿El ex cadete Esparza? ¿El que nadie daba un peso por él? ¿Y por qué lo persiguen ahora? Esas preguntas, sin respuesta por el momento, le quitaron el sueño. Al final, la fatiga y el cansancio, terminaron por hacerlo dormir.



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