sábado, 10 de octubre de 2015

1x11: Oportunidades

Ramírez estaba en una encrucijada: el mayor Ortega le dio 24 horas para sacarle la información a Rafael, sino, el trato en el encierro cambiaría radicalmente. El tema es que esa valiosa información ya está en su poder, pero, revelarla implicaría traicionar a su compañero de cautiverio. Y, dentro de su cárcel, igual contaba con ciertos privilegios, ya que la principal encargada de su custodia era su camarada de armas, la teniente Estefanía Pinto, quien tenía otra clase de intenciones con Ramírez. A esto, también se suma que la persona a la que están investigando fue compañero suyo en el Ejército, pero ese dato tampoco lo puede confesar a Rafael. Su gran problema es que tiene demasiada información sensible para todos, pero no puede hacerla pública, ya que eso implicaría enredar aún más las cosas.
Por ahora, sólo piensa en cómo salir de esta. Y, por lo mismo, no pudo conciliar el sueño durante la noche. Al final, a eso de las cuatro de la mañana, despierta a Rafael.
R07: (con modorra) ¿pasó algo malo?
Tte. Ramírez: (susurrando) no, pero va a pasar si no reaccionamos rápido
R07:  (tratando de enchufarse) ¿y qué idea tiene?
Tte. Ramírez: (susurrando) espero que Pinto se aparezca antes que Ortega, sino mi plan se va a la mierda
R07: (preocupado) ¿pero cuál es la idea?
Tte. Ramírez: (jugando con un frasquito) calentarle la sopa a Pinto y mandarla a dormir sin postre
R07: (le pone cara de pregunta) no entendí
Tte. Ramírez: (descolocado) no importa, por ahora, sólo debes hacerte el dormido cuando llegue ella y no reacciones, ante ninguna provocación.
R07: ¿y si no resulta? Escuché que el otro milico quería que me sacara información
Tte. Ramírez: podemos maquillar la verdad un poco, pero, da por hecho, que la idea de ellos es que no salgas ni vivo o entero de acá, así que mejor que empieces a rezar.
R07: (se asusta) ¿qué?
Tte. Ramírez: (intenta calmarlo) manga de engrupidos que se juran combatiendo al Estado Islámico y les gusta el papel del torturador. Es un hecho que te tendrán de juguete, hables o no. Por eso, confía en mí, y reza para que el plan funcione. Si no, eres hombre muerto.
Rafael queda paralizado, y empieza a rezar, por si acaso. Por su parte, Arturo se encontraba rellenando una jeringa con el frasquito que le robó al botiquín de primeros auxilios, listo para el momento. En eso, en medio de la noche, logra observar por las rendijas de la ventana, que una camioneta paraba afuera de la casucha, y la oficial que la manejaba, baja del vehículo
Tte. Ramírez: (susurrando) parece que sirvieron tus rezos, ahora hazte el dormido y no hagas nada, hasta que yo lo ordene
Ramírez y Rafael se hacen los dormidos, cuando en eso, la teniente Pinto ingresa al lugar
Tte. Pinto: (entrando sigilosa a la reja del cuarto) ¿Arturo? ¿Estás ahí?
Tte. Ramírez: (haciéndose el que recién despierta) ¿sí? ¿Estefanía?
Tte. Pinto: (al oído) sí, soy yo
Tte. Ramírez: ¿qué pasa? ¿por qué tan temprano?
Tte. Pinto: (algo asustada) mi mayor está furioso, parece que la operación Trío fracasó, así que va a venir a primera hora a pedirte la información.
Tte. Ramírez: (preocupado) ¿operación Trío?
Tte. Pinto: sí, era un plan para atrapar a los terroristas, pero estos lo descubrieron antes y falló. Más encima murió un conscripto en el intento. Por eso, si tienes algún dato de este payaso (indicando a Rafael), habla pronto.
Tte. Ramírez: (nervioso) aún no suelta nada, lo he molestado harto
Tte. Pinto: (un poco displicente) sí, vi tu “método para sacarle información” y ni un niño de kinder te pesca en serio. Por favor, hazlo, porque tu vida está en peligro
Tte. Ramírez: ¿por qué?
Tte. Pinto: porque mi mayor te va a utilizar de carnada, junto con este animal, para pillar a los terroristas.
Tte. Ramírez: (se preocupa) ¿tan peligrosa es la situación?
Tte. Pinto: por eso te vine a contar a esta hora, si quieres yo te ayudo a sacarle información.
Tte. Ramírez: (empieza a aplicar su plan) es que ya sé varias de las cosas que quiere averiguar mi mayor Ortega
Tte. Pinto: (sorprendida) ¿y? ¿por qué no hablaste antes?
Tte. Ramírez: (tranquilo) porque quería confirmar los datos, no vaya a ser que sean falsos y que pierdan tiempo buscando pistas inexistentes
Tte. Pinto: (empieza a acariciarlo) ¿qué es lo que sabes, Arturo?
Tte. Ramírez: (le sigue el juego, tomándole la otra mano) que esta persona no estaba ayudando al intruso del metro, sino que lo estaba siguiendo
Tte. Pinto: (sorprendida) ¿en serio?
Tte. Ramírez: sí, y, lo peor de todo, es que justo cuando lo iba a delatar, lo descubrieron y lo trajeron acá. No alcanzó a cachar nada
Tte. Pinto: ¿y la relación con Esparza?
Tte. Ramírez: fueron compañeros en el colegio parece, pero nada más
Tte. Pinto: dicen que fue Esparza el que se metió al metro, y este tipo se estaba comunicando con él
Tte. Ramírez: (haciéndose el leso) no tengo idea, eso fue lo que me dijo él, yo cumplo con transmitir esa información
Tte. Pinto: (lo sigue manoseando) así me gusta, pero por último sácale algún dato bueno, tú sabes que, con eso, mi mayor Ortega te va a dejar tranquilo, y (le mete la mano bajo los pantalones) quién sabe, si yo hablo, hasta te deje libre
Tte. Ramírez: (sorprendido por el gesto, siguiéndole el juego) ¿y qué tengo que hacer?
Tte. Pinto: (totalmente desatada) ya sabes (lo empuja al piso y se tira encima de él), lo que siempre quise hacer cuando éramos cadetes
Tte. Ramírez: (entregado, con voz calentona) ¿tantas ganas me tenías?
Tte. Pinto: (en llamas) siempre mi teniente, siempre
Tte. Ramírez: ¿y por qué nunca me dijiste nada en la Escuela?
Tte. Pinto: (imparable) porque siempre te vi cerca de la maraca de Zamora y nunca me pescaste
Tte. Ramírez: ¿la Andrea? Nunca pasó nada con ella, éramos amigos no más
Tte. Pinto: pero no te sacaba los ojos de encima, y no hablemos de weonas, vamos a lo nuestro
A continuación, Pinto queda sin la blusa de combate, sólo con sus sostenes, mientras Ramírez, qué ya estaba a torso desnudo, se quita el cinturón y lo lanza justo a la cara de Rafael, quién se había quedado dormido y con el golpe despierta repentinamente, y se da cuenta de la escena. En eso, ya Ramírez y Pinto estaban enredados uno en el otro, ella sacándose el resto del uniforme y completamente excitada, mientras Ramírez intentaba, con una mano, acariciarla y toquetear a su camarada, y con la otra, sacar la jeringa que tenía lista para la ocasión
R07: (susurrando) vamos hueón, vamos hueón
Tte. Pinto: dale, dale mi boina negra, me excitan los paracaídistas
Tte. Ramírez: a mí me gustan las minas buenas que hacen el papel de malas
Tte. Pinto: (gritando) ¡ME ENCANTA MI TENIENTEEEEEE!
En pleno clímax, Pinto empieza a bajarle los pantalones a Ramírez, a lo que él atina a tomar la jeringa con el líquido y se la entierra en el cuello. La teniente grita tan fuerte, que se confunde con orgasmo, y, acto seguido, cae dormida.
Tte. Ramírez: (sacudiendo a Rafael) ya hueón, despierta, nos vamos
R07: (se levanta rápido) ¿qué?
Tte. Ramírez: si no salimos ahora, no salimos nunca, así que levántate y nos vamos de esta mierda
Pinto cometió el error de dejar la puerta abierta, y, además, el conscripto que estaba de guardia, estaba durmiendo a pata suelta, lo que facilitó aún más el escape. En eso, Ramírez intrusea en los bolsillos de Pinto y le saca las llaves de la camioneta, además de algo de dinero que llevaba a mano.
R07: (cuando ve lo de la plata) pero eso es robo, mi teniente
Tte. Ramírez: no cuando lo haces en combate, y por salvar tu vida y a tu país. Se llama “recuperación”. Aparte Estefanía me debía varias, de cuando éramos cadetes.
En eso, ven hacia el horizonte, y se dan cuenta que está aclarando
Tte. Ramírez: ya, vamos
R07: ¿y el conscripto?
Tte. Ramírez: (se pone a pensar) tienes razón. Lo mismo que Pinto, la idea es hacerla pasar susto, no arriesgar su integridad física. Tengo una idea. Llevémonos a todos, pero no les va a salir tan barato, sobre todo a Estefanía. (Le pasa las llaves de la camioneta) Anda a despertar al recluta Vargas y me esperan en la camioneta, vamos a necesitar un cocinero. Yo me encargo de Pinto, que también vamos a necesitar una empleada.
Rafael toma el fusil de Vargas, que estaba tirado en el suelo, y parte a despertarlo, quien salta)
SO5: (intenta tomar su fusil del piso, sin éxito) ¿y qué hace usted afuera?
R07: (jugando con el arma) ¿quieres recuperar esto? (le muestra el fusil, y Vargas intenta tomarlo, siendo esquivado por Rafael), entonces, tienes que venir con nosotros.
SO5: (descolocado) pero-pero-pero…
R07: (sosteniendo con dificultad el arma, apuntando hacia el soldado) pero nada, muévete.
Vargas empieza a caminar, mientras es encañonado por Rafael, rumbo a la camioneta
En eso, Ramírez se pone a revisar el cuartucho, encuentra unos pedazos de tela, amordaza a Pinto, además de amarrarla de pies y manos. La toma como un saco de papas, y se la lleva al hombro, para dejarla sentada en el asiento del copiloto de la camioneta. Luego de dejarla sentada en la cabina, se devuelve a la casa y revisa si olvida algo. Toma la ropa tirada de Pinto y arranca.
Tte. Ramírez: es hora de irnos.
Ramírez enciende el motor, se encienden las luces de la camioneta, las que apaga para no despertar sospecha.
R07: (sentado junto con Vargas, se asusta) no vamos a ver nada, mi teniente
Tte. Ramírez: no te preocupes, soy del norte, conozco estos terrenos y podría andar con los ojos vendados acá.
R07: pero no va solo.
Tte. Ramírez: por lo mismo, si enciendo las luces, voy a llamar más la atención. Confía en mí
Al final, Ramírez hace andar el vehículo y se desplaza en destino desconocido. Avanzan en medio del desierto, corriendo contra el tiempo, antes que amanezca, para buscar un escondite seguro. Ramírez iba al volante, con Pinto completamente amordazada y dormida en el asiento del copiloto, mientras Rafael y el conscripto Vargas iban atrás, sin poder articular palabra, sólo del susto y la incertidumbre. Al moverse, y amanecer, lograron dar con una carretera.
R07: (temeroso) ¿dónde estamos?
Tte. Ramírez: (sacando cálculos mentalmente) si no estoy muy perdido, estamos en pleno Desierto de Atacama. Tengo un plan, pero hay que apurarse.
Ramírez maneja a toda velocidad por la carretera, tratando de ganarle al amanecer. Al final, con los primeros rayos de sol, visualizan un pequeño pueblo, en medio de un valle y un hoyo.
Allí, empieza a bajar la velocidad, y se detiene frente a una cabaña pequeña, pero muy acogedora. Ramírez se baja, dejándole las llaves a Rafael, quien aún tenía el fusil del conscripto Vargas en sus manos, y golpea la puerta.
Tte. Ramírez: (empieza a cantar en la puerta) CESOOOOO EL TRONAR DE CAÑOOOOONES
J09: (se emociona) ¿Arturo, hermano, eres tú?
Tte. Ramírez: ¿Joaquín?
Joaquín, de pelo largo, con camisa artesanal y pantalones de colores, abre la puerta y se encuentra con su hermano, muy erguido en la puerta, pero muy sucio, con los pantalones de combate completamente rotos y a torso desnudo. Ambos se abrazan, y quedan un buen rato así, hasta que Arturo reacciona.
Tte. Ramírez: Joaco, necesito tu ayuda
J09: (reaccionando) ¿Turo, tú no estabas corriendo el rally y te perdiste? ¿qué haces acá?
Tte. Ramírez: es una larga historia Joaco, pero ahora necesito tu cooperación (se corre de la puerta y le muestra la camioneta con los tres personajes adentro). Necesitamos escondernos un par de días
J09: (intenta mirar al interior de la camioneta) ¿y quiénes son ellos?
Tte. Ramírez: luego habrá tiempo de explicar con calma, pero necesitamos ponernos a salvo. Nadie tiene que saber que estamos acá.
J09: (pensando) ya, pasen, pasen, pero tú sabes que esto de las armas no me gusta
Tte. Ramírez: (calmándolo) no te preocupes, no harán nada. No dejaré que lo hagan.
Rafael se baja de la camioneta y se coloca el fusil en la espalda, al estilo guerrillero. El conscripto Vargas se baja solo, mientras Ramírez toma a Pinto, quien sigue profundamente dormida, y se la lleva al hombro, dejándola en un sillón de la casa, arropada con frazadas.
J09: me debes una muy buena explicación, querido hermano.
Tte. Ramírez: y te la voy a dar, sólo espera un poco.
Luego de eso, Ramírez sale, toma la camioneta, y la estaciona en un lugar cercano, pero poco visible, para evitar ser descubierto. Ahí vuelve a la casa, y cierra la puerta.
Por fin, después de un par de semanas, podrá dormir tranquilo, aunque no libre.
A unos kilómetros de ahí, Ortega se encontraba con la noticia que dos oficiales, un conscripto y un civil detenido habían desaparecido.
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Nota del autor: si a alguien se le ocurre un título mejor para este capítulo, sugiéralo en los comentarios.

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